Zaragoza-Madrid por pistas en 4X4

El próximo de 6 de mayo se cumplirán dos meses de un viaje inolvidable que pudimos disfrutar al volante del RENO_car1. Han sido dos meses de muchas novedades y mucho trabajo y me ha sido imposible transcribir las vivencias del mismo en el blog, pero hoy ha llegado el día.

El primer proyecto sobre un coche de Reno Collective llegaba a su fin. Después de meses de trabajo intenso llegaba la hora de ir a por el Landy. Nuestro taller con Jose a los mandos y Lucas a la batuta había hecho un gran trabajo tras haber pasado por experiencias que preferimos no recordar. El coche ya estaba listo en Zaragoza para ir a recogerlo.

La mayoría de los mortales hubiera contratado un transporte de grúa para recibirlo impecable en casa. Tened en cuenta que nuestro taller está en Zaragoza y el que escribe vive en Madrid. Pero desde el primer momento tuvimos claro que cuando el proyecto llegara a su fin haríamos un viaje, a ser posible por pistas, que cubriera esa distancia.

La idea estaba clara, queríamos testar a fondo el coche para ver que todo estuviera correcto y de paso, porqué no, disfrutarlo. Disfrutar de una vivencia cargada de libertad, muy necesaria en los tiempos que corren.

Tras buscar por internet rutas off-road que cubrieran ese viaje por pistas dimos con una en Wikiloc que partía en Zaragoza y llegaba a Guadalajara. 319,54 kms que habían sido cubiertos por un usuario en un Panda de rally en 10 horas y 33 minutos. Su nivel de dificultad se anunciaba como moderado pero varios usuarios hacían hincapié en que la dificultad se agudizaría en caso de lluvias o suelo mojado.

El resto del viaje (Guadalara-Madrid) se haría en otra ruta pero dejamos la decisión hasta el último momento cuando tuviéramos digeridas las sensaciones de esos más de 300 kms por pistas. Y es que el viaje solo tuvo tramos muy cortos de carreteras que servían para enlazar pistas.

El viaje Zaragoza-Madrid en RENO_car1

Han pasado casi dos meses pero no he olvidado nada de ese viaje. Esto quiere decir que sin duda me ha marcado, y creo que de por vida. El sábado 6 de marzo nos subimos en el coche de Enrique rumbo a Zaragoza a eso de las 05:30 am. Dentro viajábamos Enrique, Alex Varo, mi hermano y yo. El plan era llegar a Zaragoza y que Enrique y Alex nos escoltaran las primeras horas de viaje y aprovecharan para inmortalizar con sus cámaras el viaje. Al menos, una pequeña parte de él.

Hasta llegar al inicio de la ruta tuvimos que coger vías rápidas. Y esto con un Land Rover Santana de 1977 con varias piezas del motor recién sustituidas, como es el caso de los segmentos con el que estamos haciendo un rodaje, se complica. Su ayuda en los primeros kilómetros escoltándonos, cuando había que cubrir tramos de autovía a 60 km/h, fue vital. Esta parte del viaje es la que peor me supo, pero existir, existió.

Sin tardar llegaron los caminos y desde el primer momento, a la altura de La Muela, los parajes y las sensaciones al volante nos transportaban a otra vida. Sin duda, sobre un Landy, por caminos desiertos, ves la vida pasar de una manera totalmente diferente.

Pronto llegaron zonas en las que nos tocaba esperar al coche de Enrique, aquí se invertían las tornas, el Landy se encontraba en sus salsa. Aprovechamos para inmortalizar el momento y pronto Enrique y Alex se despidieron para coger la autovía rumbo a Madrid donde sus familias les esperaban. Desde aquí quiero darles las gracias por ese apoyo y como no, por sus magníficas fotos que se quedarán para posteridad.

Empezaba en ese mismo momento un viaje de pirados. Desde ese momento estaríamos solos ante el peligro. Sin ayudas, sin asistencia y muchas veces, sin cobertura. Cuando viajas en autovía de vuelta a Madrid desde Zaragoza -el pasado sábado lo hice- tienes a tus lados montañas que vas dejando atrás a la velocidad del rayo. Esas mismas montañas, el que escribe y su hermano se las subieron y bajaron todas y cada una de ellas. Dando como resultado un viaje de más kilómetros y de muchas más horas. Tal vez con inconsciencia de lo que puede ocurrir si te encuentras con un problema mecánico en medio de la nada y sin cobertura.

Pasaron horas y paramos a comer. Esa sensación de tumbarte en lo alto de una montaña y ver un paraje espectacular y a tu lado un precioso Land Rover del 77 no tiene precio y te llena el alma. Ese bocadillo, esa Coca-Cola, saben diferente con los ingredientes que rodean el momento. Terminamos de comer y seguimos nuestro viaje. Llegaron puntos claves en los que el “moderado” que anunciaba Wikiloc se tornaba en complejo. Tener a 50 centímetros una caída de unos cuantos metros afinaba nuestros instintos y el nivel de concentración era máximo. Todo salió bien en la primera jornada y llegó el momento de parar a descansar, había que dormir y lo tuvimos que hacer en medio de la nada con la ayuda de una tienda de campaña con el termómetro marcando 3 grados y posibilidad de lluvias. La cena, las conversaciones y la música fueron insuperables. Aunque con mi hermano tengo una buena relación y nos vemos asiduamente, este viaje fue como hacer una regresión a cuando vivíamos juntos en la casa familiar. Sin duda un acercamiento que estoy seguro, muchos de vosotros deberíais disfrutar.

La segunda jornada comenzó con el sol. Corzos, zorros y demás fauna madrugadora se cruzaban en nuestro camino. Una maravilla para los sentidos. Los parajes, fueron sucediendo y cambiaban a medida que nos acercábamos a la provincia de Guadalajara después de haber dejado atrás Zaragoza y Soria. Pero sin duda, todos ellos dignos de disfrutar.

El coche en todo el viaje se comportó como un campeón. Arrancando a la primera, con buen sonido, fuerza en el motor y ausencia de humo.

Llegando a Madrid, ya por caminos y carreteras improvisadas, hicimos un alto en el camino de casa de mis padres (a 40 kms de Madrid) para darle un lavado al coche. Barro y polvo se habían adueñado del flamante RENO__car1. Al arrancarlo y poner rumbo a casa, la sirga del acelerador se quedó “pillada” dejando el coche acelerado segundos que parecieron horas. De hecho, para pararlo no hubo otra forma posible de hacerlo que calándolo. Este incidente hizo que el coche empezara a echar mucho humo de colores diferentes, desde negro a blanco azulado, todo ello acompañado de una pérdida de potencia. Todo apuntaba que algo malo había ocurrido. Aún así el coche nos llevó hasta casa y días más tarde se subió a un camión por su propio “pie” para emprender la vuelta al taller en Zaragoza donde lo esperaba Jose para dar el veredicto y solucionar todo.

Este “fin de fiesta” empañó lo que había sido un sueño. El fin de semana que necesitaba, el viaje que aconsejo que, al menos una vez, haga todo el mundo.

Pronto os contaré que ha pasado, porque en estos dos meses han ocurrido muchas cosas que han dado como resultado novedades de importancia dentro de Reno Collective. Stay tunned!

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